Tras las sesiones teóricas del II Campus Polígono Sur, llegó el turno de los talleres prácticos, impartidos por Guille Mongan y Miguel Brieva. Por su naturaleza eminentemente práctica, estos talleres se reubicaron en otro espacio de Factoría Cultural. En lugar del auditorio, se realizaron en el hall o vestíbulo de entrada. No se trató de una elección casual, pues el espacio permitía una distribución más flexible de los participantes y, además, en el caso específico del taller de Mongan, la idea desde un primer momento fue utilizar una de sus paredes como soporte de trabajo y presentación del «No Atlas» en torno al imaginario visual del Polígono Sur que a lo largo de sus sesiones se iba a armar.
Guille Mongan lo primero que quiso aclarar es que el taller La acción gráfica como compañera se había concebido como un «taller de índole experimental» que se iría construyendo sobre la marcha, en función de los intereses de los alumnos, así como de necesidades y potencialidades concretas del territorio con las que se fueran detectando que se podía trabajar. A modo de introducción general al taller, en su primera sesión Mongan presentó las principales herramientas provenientes de distintos colectivos de activismo artístico con las que trabaja: del cartelismo a la serigrafía artesanal, del collage crítico a banderas/pasacalles, contracartografías y proyecciones low cost. Herramientas con las que, como explica en el texto de presentación del taller, lo que se busca es «poner a temblar, estallar, contraponer, reivindicar, nuevas imágenes que den cuenta de las necesidades, resistencias, imaginarios con los cuales problematizar el pasado y nuestro presente».
Docente en la Facultad de Artes de la Universidad de La Plata, Guille Mongan está vinculada a dos colectivos argentinos, Serigrafistas Queer y Cromoctivismo, que utilizan la creación y la práctica gráfica con el objetivo de, parafraseando la descripción que se hace del segundo de ellos en la revista 27 de octubre, «intervenir poética y transversalmente en acontecimientos político-sociales».
Serigrafistas Queer es un colectivo que surge en noviembre de 2007, cuando en vísperas de la Marcha del Orgullo LGTTTBIQP (que en Argentina se celebra el primer sábado de noviembre), un heterogéneo grupo de personas procedentes de diferentes ámbitos, entre las que se encontraba la serigrafista Mariela Scafati, impulsa la creación de un taller de serigrafía artesanal para estampar en camisetas consignas políticas. La iniciativa tuvo una gran acogida y desde entonces se organizan todos los años encuentros donde se discuten consignas y se arman colectivamente yablones /mallas serigráficas y esténciles para estas marchas. «Encuentros en los que la gente que participa no tiene porqué tener conocimientos técnicos», quiso puntualizar Guille Mongan. La iniciativa se ha replicado en otros espacios de lucha y desde el año 2013, el colectivo cuenta con un archivo que coordina Mongan y que pone a libre disposición de quien lo solicite los yablones que se han ido generando en los distintos encuentros.
En activo desde el año 2013, Cromoctivismo es un colectivo que articula su activismo «poético-político» en torno al color, todo ello con el objetivo de, como afirman en su manifiesto, «afectar la realidad con su carta de color». A lo largo de estos años han colaborado con numerosos grupos e iniciativas políticas y sociales, compartiendo con ellos sus técnicas y herramientas para la realización de carteles y otras acciones gráficas. Entre las últimas activaciones de Cromoactivismo se encuentra sus propuestas de cartelería cromática para la Columna Orgullo en Lucha, en el marco de las marchas del orgullo LGTTTBIQP, donde cada año trabajan en torno a uno o varios colores concretos o sus acciones cromactivistas en las movilizaciones por la legalización del aborto en Argentina.
La sesión inicial del taller de Mongan se cerró con una ronda de presentaciones en la que algunos de los mentores y alumnos inscritos pudieron presentarse y explicar brevemente su trabajo. De este modo, desde un primer momento quedó patente la gran diversidad de perfiles formativos y profesionales que había entre los participantes (ilustradoras, pintores, tatuadores, arquitectas, investigadores…), pero también que todas tenían, al menos, dos cosas en común: su interés por el trabajo social y colaborativo; y la aspiración a contribuir con su práctica, tanto militante como artística y/o profesional, a combatir la estigmatización estructural que sufren territorios como el Polígono Sur y las condiciones simbólicas y materiales que la posibilitan.
Esta ronda de presentaciones continuó en el arranque del resto de las sesiones, donde además de presentarse participantes del taller que no habían podido hacerlo en la sesión inicial, también tomaron la palabra representantes de diversos colectivos y asociaciones que trabajan, tanto dentro como fuera del barrio, con temáticas relacionadas con la autogestión urbana, la exclusión social, la gentrificación y otras tensiones relacionadas con la construcción del territorio. Entre los primeros, sumando todas las sesiones, intervinieron José Luis Albués, Miguel Alén de Luna, Nathalie Bellón, Daniel Carvajal, Sara Espinosa, Álvaro García – Seisdedos, Isaías Griñolo, Laura Guastini, Carmen López Castro, Victoria Martínez de la Paz, Ruth Martín, Natalia Menghini, Alejandro Morales, Ana Penyas, Manuel Portillo, Alejandra Ramírez, Marta G. Rangel, Ramón Ravasza, Carlos Recio, Jorge Romero, Manuel Rosa y Bernardino-Julio Sañudo. Entre los segundos, además de contar con la presencia del bailaor José Suárez – El Torombo, impulsor de Fuera de serie y otros proyectos ligados a Factoría Cultural, participaron representantes de la Asociación de Mujeres del Polígono Sur, la Asociación de Vecinos Esperanza Sur, Javier Caballer / Eugenia Movalli (activadores de Acción Poética Libertaria en Sevilla), la Plataforma Nosotros También Somos Sevilla, Yilo y el infatigable grupo de niños que lucha para que la Biblioteca Municipal del Polígono Sur abra los sábados.
Esta ronda de presentaciones sería crucial en el devenir que finalmente tomó el taller, pues permitió conocer algunas necesidades de dentro y fuera del barrio sobre las que se podía intervenir, así como a toda una serie de proyectos y colectivos que están trabajando en Sevilla en torno a diferentes problemáticas territoriales. «Mi propuesta es partir de lo que ya hay y ver cómo se pueden poner a disposición de algunas luchas y necesidades concretas detectadas herramientas ligadas al ámbito gráfico que les sean de utilidad», subrayó Guille Mongan.
Para poder empezar a articular ese proceso de interacción, Mongan propuso la creación de un «No atlas» del Polígono Sur que, como ya hemos señalado, se trazó sobre una de las paredes del hall del edificio de la Factoría Cultural y que se pretende que funcione como un «disparador», es decir, que una vez finalice el taller, se siga interviniendo sobre él, se «vaya llenando de las voces de quienes habitan este espacio». Porque la intención de este trabajo, insistió en reiteradas ocasiones Guille Mongan, «no es hablar en nombre de otros», sino presentar herramientas y estrategias que puedan ser (re)activadas por los colectivos que trabajan en el barrio y/o que hacen uso de Factoría Cultural.
Un «No Atlas» o «Contra-Atlas» se podría describir como una suerte de re-apropiación crítica de la herramienta cartográfica para plasmar aquello que queda fuera de los discursos oficiales sobre un territorio y/o realidad, generando nuevos imaginarios que los desborden, que «contribuyan a hacerlos estallar». En este caso concreto, para desarrollar esos imaginarios se trabajó, fundamentalmente, con la creación gráfica, aunque dejando también espacio a otro tipo de producciones, como la poesía y la literatura o el vídeo. Además, al igual que en Serigrafistas Queer y Cromoactivismo, todo se fue decidiendo de manera colectiva y jugó un papel clave el trabajo con la «potencia política y poética del color». Se da la circunstancia de que el núcleo central del Polígono Sur está dividido en cuatro zonas identificadas con otros tantos colores, rojo, amarillo, verde y marrón. Una identificación que surge por el color que predomina en sus bloques de pisos: «los rojos», «los amarillos», los verdes» y «los marrones».
De algún modo, esta división por colores sirvió como punto de partida para empezar a trazar este contra-atlas del Polígono Sur, pues una vez se dibujó el plano en la pared, lo primero que se hizo fue delimitar las cuatro zonas con líneas del color asociado a cada una de ellas. Resulta igualmente llamativo que la primera imagen que se decidió asociar al contra-atlas hacía referencia a un caso relatado por Manuel Rosa, miembro de la «Plataforma Nosotros También Somos Sevilla», de una vecina del barrio que ha ido registrando los sucesivos cortes de luz que lleva sufriendo el Polígono Sur desde noviembre de 2019. Cortes que en muchos casos se prolongan durante varias horas y frente a los que, a pesar de las reiteradas quejas de los vecinos, ENDESA, la compañía responsable, aún no les ha llegado a ofrecer una solución.
En torno a esta problemática se articuló el trabajo que en las siguientes sesiones se hizo con la herramienta del stencil, una de las tres que, junto a la construcción del «no atlas», se activó durante el taller. Las otras fueron el trabajo con el color y la serigrafía artesanal. El stencil (o esténcil, su término correspondiente en castellano) es un sencillo método de impresión gráfica por el que a partir de una plantilla o calco con un dibujo recortado se puede reproducir en serie textos e imágenes. De forma colectiva, los integrantes del grupo que trabajó con esta técnica crearon una plantilla en la que bajo la réplica del ojo del Guernica -cuyo iris tiene forma de bombilla- y la palabra ENDESA (poner explícitamente el nombre de la compañía responsable de los apagones fue una decisión consensuada), aparecía la frase de reminiscencias bíblicas «Hágase la luz». Finalmente, también se decidió añadir en la plantilla «Polígono Sur», para evitar que la reclamación pudiera ser descontextualizada si el stencil se llevaba fuera del barrio.
El trabajo en torno a la potencialidad política y poética del color, al modo en que lo hace el colectivo Cromoactivismo, fue otra de las herramientas con la que se experimentó. En este caso, tras un debate en el que participaron activamente una integrante de Fuera de serie, colectivo/proyecto ligado al Polígono Sur, y Alejandro Morales, ilustrador originario del barrio, el color elegido fue el «verde», entre otras cosas porque una de las grandes carencias que sufre este territorio de Sevilla es la escasez de espacios verdes y el mínimo o nulo mantenimiento de los que hay. En torno al verde en su relación con el barrio fueron desplegando toda una serie de asociaciones, creando una paleta de «tonalidades» de verde con connotaciones tanto políticas como poéticas, tanto conceptuales como sensoriales: verde recuperado, verde cante, verde jaleo, verde coño, verde payo, verde olivo, verde albero, verde entreverado, verde incertidumbre, verde falta de sombra, verde basura, verde asfalto, verde infamia, verde infancia, verde dignidad, verde lucha… Esa amplia y diversa gama de «verdes Polígono Sur» se fue plasmando en diferentes cartones y quedó recopilada tanto a través de una pieza visual de carácter abstracto como de una suerte de listado taxonómico que se inscribió en el contra-atlas.
La otra herramienta con la que se trabajó fue la «serigrafía artesanal», técnica muy simple y económica pero que exige una elaboración más lenta que las anteriores, por lo que tardó más en empezar a activarse. Guille Mongan explicó que lo interesante de esta herramienta no es tanto lo que con ella materialmente se produce, sino lo que su activación habilita y propicia, tanto por su capacidad de ponerse a disposición de acciones concretas, como por su condición de construcción política (y artística) colectiva en torno a la que se genera una experiencia común con un gran potencial de empoderamiento. Hay que tener en cuenta que para llevar a cabo estos proyectos de serigrafía artesanal, lo primero que se ha de hacer es elegir de manera colectiva la consigna o imagen que se quiere utilizar (lo recomendable es que sean sencillas y sintéticas, pues todo se realiza de manera manual) y, después, el que lo desee, sin necesidad de que tenga conocimientos técnicos, puede participar directamente en el proceso de serigrafiado. Es decir, estos proyectos facilitan un trabajo colaborativo y dialogado -no exento, claro está, de tensiones- que permite, en última instancia, la emergencia de un sujeto, tanto político como creativo, colectivo.
En el caso concreto de este taller, se emplearon dos chaflanes o mallas serigráficas. Lo que se incluyó en ambas se consensuó tras sendas sesiones de debates. En la más pequeña se decidió poner una frase de Ramón Ravasza: «La persona más idiota e ignorante es aquella que cree que ya sabe que tiene un ideal o creencia que para ella son la verdad». En la otra malla, al ser más grande, se propuso trabajar con dos plantillas, con la idea de poder jugar con propuestas de consignas / simbologías diferenciadas e incluso contrapuestas, aunque por falta de tiempo, en el marco del taller, finalmente por motivos de calendario solo se pudo realizar una de ellas, pero el taller ha tenido continuación a través de un grupo de alumnos que se han seguido reuniendo con la intención de crear otro diseño para esa malla serigráfica. El grupo recibe el nombre de ‘Ropa vieja’ por la intención inicial que tenía de intervenir sobre ropa usada. En la plantilla serigráfica que se llevó a cabo en el taller, tras barajar diversas propuestas, al final se decidió poner la frase «Las 3000 Vivencias» dentro de una especie de llama u hoguera. Dicha plantilla ha quedado a disposición de Factoría Cultural y, de hecho, en la última sesión del taller ya se imprimió sobre una treintena de camisetas. Además Guille Mongan compartió un manual editado por Serigrafistas Queer en el que se explica de manera detallada todos los pasos necesarios para generar trabajos de serigrafía artesanal.
En paralelo al trabajo con estas tres herramientas, también se siguió desarrollando el «contra-atlas» o «mapa desobediente del Polígono Sur». Además de ir incorporando diversos y variados materiales visuales aportados tanto por los mentores y alumnos como por los representantes de los colectivos que intervenían, este contra-atlas se fue poniendo en relación con las otras herramientas con las que se iba experimentando e incluso con algunos de los ejercicios realizados en ‘Una visión para cambiar el mundo’, el otro taller creativo del II Campus Polígono Sur. De este modo, en el mapa no solo se inscribió, como ya hemos comentado, el listado de tonalidades de «Verdes Polígonos Sur» que propuso el grupo que trabajó con la herramienta del cromoactivismo, sino que también terminó integrando varias reproducciones del stencil generado en torno a los cortes de luz o el dibujo en papel utilizado como base para la serigrafía de «Las 3000 Vivencias».
A la hora de preparar el taller, Guille Mongan tenía la intención de trabajar con otra herramienta de «acción gráfica» que desde hace unos años se está utilizando en diversas movilizaciones en Argentina. Le llaman el «proyectorazo» y consiste en proyectar de manera «clandestina» estenciles con consignas políticas en paredes y muros de distintos puntos de un barrio o ciudad. «Se puede hacer con proyectores, pero también utilizando una simple linterna y una placa negra», explicó Mongan que, a modo de ejemplo, puso varias imágenes de una acción realizada en Buenos Aires con esta técnica pocos días antes de las últimas elecciones presidenciales argentinas, celebradas el 27 de octubre de 2019. Por razones coyunturales -es una acción que solo tiene sentido llevar a cabo de noche y la realización del taller coincidió con un momento en el que, para combatir la expansión de la pandemia de la COVID-19, en Andalucía todas la actividades consideradas no esenciales tenían que terminar antes de las seis de la tarde- finalmente se decidió no trabajar con ella y dedicar más tiempo a las otras herramientas. «Pero es una técnica», insistió Guille Mongan, «que tiene un gran potencial para hacer estallar y poner en circulación imaginarios contra-hegemónicos y que, además, necesita muy pocos medios para poder activarse y replicarse».